HORA DE SALIDA:

8:00 HORAS

LUGAR:

Parroquia San Pablo Apóstol de las Gentes situada en la Avenida de Madrid número 7 de Coslada.

ITINERARIO:

PARACUELLOS DEL JARAMA

A los cincuenta años, hoy, tengo una bicicleta.
Muchos tienen un yate
y muchos más un automóvil
y hay muchos que también tienen ya un avión.
Pero yo,
a mis cincuenta años justos, tengo sólo una bicicleta.
He escrito y publicado innumerables versos.
Casi todos hablan del mar
y también de los bosques, los ángeles y las llanuras.
He cantado las guerras justificadas,
la paz y las revoluciones.
Ahora soy nada más que un desterrado.
Y a miles de kilómetros de mi hermoso país,
con una pipa curva entre los labios,
un cuadernillo de hojas blancas y un lápiz
corro en mi bicicleta por los bosques urbanos,
por los caminos ruidosos y calles asfaltadas
y me detengo siempre junto a un río,
a ver cómo se acuesta la tarde y con la noche
se le pierden al agua las primeras estrellas.

Rafael Alberti, Balada de la bicicleta con alas.

Hoy nos despertó un cielo luminoso, si una brizna de viento, augurio de la canícula que nos esperaba.
Desde Coslada partieron; Nacho, Clemente, Luis, Juan Carlos y Carlos, yo salí desde Canillas rumbo a uno de los pocos puentes exclusicamente peatonales que cruzan el bajo Jarama.
Apuré mi pedaleo, porque imaginaba que un galgo llamado Nacho, estaría tirando endemoniado como si corriese a una liebre, y no erré mucho, ya que a pesar de cubrir en menos de una hora los ventipocos km para llegar a su encuentro, los Jarras ya llevaban un tiempo esperando y ¡Cómo no!, encontré a Nacho marcando territorio a su manera.
Chocamos codos como nos obligan los extraños tiempos que corren y nos pusimos en dirección a la depuradora de Quiñones y más allá hasta la carretera de Algete, donde se hizo una pausa para compartir barritas energéticas y recuperar un poco el resuello, volvimos a arrancar siguiendo la carretera para cruzar el Jarama y abandonarla poco mas tarde para pegarnos a la rivera del río, donde tuve que hacer un poco de guía, ya que mis compañeros no conocían el tramo. Nachete a pesar de rodar por primera vez esa senda, se puso de nuevo a tirar como sino hubiera un mañana y lógicamente se pasó de frenada en varias desviaciones. A ese ritmo en pocos minutos pasamos de nuevo a la altura del puente donde habíamos quedado, pero en el margen opuesto y seguimos por la estrecha pero agradable senda, rumbo a Paracuellos, ¡suerte que los cardos ya estaban agostados y no supusieron una tortura añadida!. Alcanzamos un pequeño polígono industrial que bordeamos y paralelos a empinada carretera de Paracuellos, subimos la mucho mas pendiente pista de tierra que nos lleva a coronar, la bautizada por los Jarras “cuesta del Ventolín”, porque de veras que se echa de menos un broncodilatador y hasta un chute de balón de oxígeno cuando llegas arriba sin haber puesto pie a tierra, cuestión que requiere no solo de fuerza, sino de destreza, porque a esa velocidad mantener la bici vertical es propio de funambulistas.
Una vez reagrupados, nos dirigimos al mirador frente al albergue de Paracuellos, tristemente famoso por haber sido en un pasado no tan lejano, sede de un Hogar Infantil de la institución Auxilo Social, pero que mas bien fue una especie de campo de concentración para los muchachos huérfanos que tuvieron la desgracia de pasar su infancia en aquel siniestro lugar. Bien lo retrata el dibujante de comics y guionista Carlos Giménez en “Paracuellos”. Pero bueno no nos desviemos del camino (y nunca mejor dicho).
Un voluntario nos ayuda a tomar las fotos de rigor desde este poco conocido, pero espléndido mirador, que nos ofrece una panorámica del Aeropuerto de Barajas y unas vistas de Norte a Sur del perfil Oriental de la ciudad de Madrid, desde las Torres de la Castellana Norte hasta los cantiles del valle del Jarama con sus factorías de áridos en la cresta.
Nos adentramos un tanto por la parte antigua del pueblo de Paracuellos, en dirección a otros barrios de reciente urbanzación pegados a los dos radares esféricos que san sevicio al aeropuerto. Un pequeño tramo de vertiginoso descenso por carretera y nos adentramos de nuevo en una pista pedregosa, que nos hace perder todo el terreno de ascenso ganado con tanto esfuerzo.
Ya de nuevo junto a la rivera, reagrupamos y sin tiempo de descanso, Nacho de nuevo pone ritmo de contrarreloj, ( o lleva un motor camuflado o una guindilla en el recto, una de dos).
Sin darnos prácticamente cuenta, a no ser por el implacable calor, y el polvo del camino que penetra por todos nuestros poros, alcanzamos el centro comercial junto al Puente de San Fernando y todos empezamos a salivar por el premio que ya no tardaría en llegar, pues los Jarras no pueden terminar una ruta sin hacer honor a su nombre; pedalando pero tambien jarreando, es nuestro particular jing y jang.
Degustando las fresquísmas cervezas, dio tiempo a hablar de bastantes cosas, conocernos mejor los que no somos tan asiduos y hasta salió un ameno debate sobre Cuba y algunas cosas que si podemos aprender de ellos, que a pesar de todas sus carencias, si saben lo que es verdaderamente importante en la vida y que muchas veces planear nuestro futuro sirve de muy poco.
Tras las cervezas, nos despedimos hasta la próxima salida, aún quedaba un pequeño paseo para la mayoría del grupo y para mi unos pesados km. adicionales hasta casa, sientiendo las piernas endurecidas por la exigencia y sudando las cervezas que con tanta ansia entraron.
Un placer rodar de nuevo con este grupo, nos vemos en la próxima ruta de verdadera MTB que dejará al esfuerzo del día de hoy a la altura del betún.
Rafa.